Precio: $45
Seix Barral
2009
264 páginas
Muchos libros aconsejan a los padres sobre cómo dormir o criar a sus hijos. Otros tantos sugieren fórmulas para vivir en pareja y sortear con habilidad los variados conflictos de la vida cotidiana. Este libro no.
En ME GUSTABA MAS CUANDO ERA HIJO - publicado por primera vez en 2003-, Marcelo Birmajer declara su total incompetencia para lidiar con dichos asuntos y comparte, amablemente, su insolvencia. La paternidad, el matrimonio, los avances tecnológicos y el inclemente paso del tiempo son tratados a partir de la humilde convicción de que los problemas cotidianos irresolubles no admiten más respuestas que el humor. En este verdadero "manual de antiayuda" se reconoce que es imposible dormir a un niño así como es absurdo pretender comer o reflexionar mientras se es padre.
Casi como si se tratara de una declaración universal de los derechos humanos de los grandes, este libro retrata a una generación que, en los últimos años, ha visto a sus jugadores favoritos convertirse en directores técnicos- con resultados no siempre auspiciosos- del mismo modo que se pasa de la infancia a la paternidad. Entre la ironía y el desencanto, y con un estilo que ya le es más que característico, Birmajer propone compartir el discreto encanto de aceptar la vida tal cual es.
Seix Barral
2009
264 páginas
Muchos libros aconsejan a los padres sobre cómo dormir o criar a sus hijos. Otros tantos sugieren fórmulas para vivir en pareja y sortear con habilidad los variados conflictos de la vida cotidiana. Este libro no.
En ME GUSTABA MAS CUANDO ERA HIJO - publicado por primera vez en 2003-, Marcelo Birmajer declara su total incompetencia para lidiar con dichos asuntos y comparte, amablemente, su insolvencia. La paternidad, el matrimonio, los avances tecnológicos y el inclemente paso del tiempo son tratados a partir de la humilde convicción de que los problemas cotidianos irresolubles no admiten más respuestas que el humor. En este verdadero "manual de antiayuda" se reconoce que es imposible dormir a un niño así como es absurdo pretender comer o reflexionar mientras se es padre.
Casi como si se tratara de una declaración universal de los derechos humanos de los grandes, este libro retrata a una generación que, en los últimos años, ha visto a sus jugadores favoritos convertirse en directores técnicos- con resultados no siempre auspiciosos- del mismo modo que se pasa de la infancia a la paternidad. Entre la ironía y el desencanto, y con un estilo que ya le es más que característico, Birmajer propone compartir el discreto encanto de aceptar la vida tal cual es.
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